Desde 2003 se detiene al voleo a militares, gendarmes y policías – según Eduardo Luis Duhalde aún hay 1.050 que quedan por detener.
Y para ellos no hay ni Constitución Nacional ni pacto de San José de Costa Rica ni ninguna de las preciosuras que, habiéndose descubierto en 1983 que éramos una sociedad “ordenancista y autoritaria”, se vienen inventando en la República para beneficio de delincuentes de guante blanco y de los otros.
Independientemente de lo que cada uno piense de los integrantes de las Fuerzas Armadas o de Seguridad que tuvieron que encarar, por el juramento empeñado, la defensa de la Patria no mentimos si decimos que ellos son ciudadanos de segunda categoría, chivos expiatorios de trapisondas urdidas por terceros, porque ellos pueden ser detenidos y estar sin proceso todo el tiempo que a un payaso togado, hambriento de mediatismo se le ocurra.
Cualquier integrante de las Fuerzas Armadas o de Seguridad puede ser detenido - como en la Venecia del Consiglio dei Dieci - por denuncias incomprobables, y si aún así no está claro su destino siempre se les puede inventar una causa y luego ver por que se lo juzga, A este desbarajuste judicial muy pocos se le han enfrentado.
Políticos, ninguno.
Esta manada que pomposamente se autodenomina Clase Política, que solo ha servido para lustrar con el culo los sillones del congreso mientras rumia su propia bosta es indiferente al hecho que desde hace tiempo y solo por beneficio personal el gobierno utiliza a los derechos humanos de manera tal que lo único que le queda a la ciudadanía para hacer con el libro de la Constitución Nacional es un gran rollo de papel higiénico.
Cualquier tropelía es poca si se la comete contra alguien que combatió a la subversión no vaya a ser que una arpía los señale con el dedo y los saque – ellos tiemblan por el pánico cerval que ellas le despiertan – del juego político de prebendas y rebusques.
Hoy le ha tocado - porque han decidido que es un competidor peligroso en esa carrera de tauras y malandrines - a Mauricio Macri.
Mañana pueden seguir Sanz, Morales, Binner o cualquiera de los pusilánimes que se han pasado su vida política haciéndole un guiño a cuanta cochinada se podía urdir amañando el Código Penal siempre en la medida que este se aplicara contra uniformados.
Hay que ser idiota o un flojo de alma para no haberse dado cuenta en tiempo que Oyarbide estaba amasado en el mismo barro con que fueron modelados Torres, Rozanski o cualquier energúmeno que haya descubierto en la “administración de justicia” por medio de un TOF la solución a sus pesares cotidianos.
Pero Macri, que si bien es un medroso no es idiota, creyó que la buena letra consistía en hacerse el “progre”.
El, que ganó sus elecciones gracias al voto de una mayoría que quiere que no miremos más hacia atrás porque el destino de mujer de Lot solo es funcional a ladrones de fondos provinciales o beneficiarios de indemnizaciones truchas, también fue ganado por el miedo a esa trinidad infame – HIJOS, madres, abuelas - que de alguna manera modela desde hace año el cerebro de los políticos cagones que hemos sabido conseguir.
Tanto que hemos escuchado muchas veces a los segundones y por que no a las “segundonas” de él, hablar despectivamente de aquellos que por defender a la Patria hoy están presos.
Hoy le ha tocado a Mauricio Macri y me alegro.
Me alegro porque es un golpe a la hipocresía que es el “código de honor” de la clase política argentina.
Me alegro porque le están haciendo lamer a un integrante de ella la misma injusticia que sufrían otros mientras ellos miraban a un costado.
Al menos le queda el consuelo a Macri - si una vez más deciden usar con él a las hojas del Código Penal como limpiacaca - que por la edad que tiene podrá llegar caminando a Marcos Paz o Ezeiza.
Lo que enseña este ajuste de cuentas que sufre Macri – escuchas truchas, pruebas inventadas, jueces lameculos - es que son exactamente las mismas artimañas que otros han sufrido para ser condenados, no por peleas de conventillo ni denuncias de mujeres despechadas, si no por defender a la Patria.
Pero hay algo más importante aún y es que hoy todos sabemos que, de seguir aguantando este “modelo”, no hace falta vestir uniforme para que nos vengan a buscar.
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