miércoles, 21 de julio de 2010

¡RINDEN HOMENAJE AL SARGENTO RAMON ORUE

¡CAIDOS EN COMBATE POR LA PATRIA!

¡NUNCA UNA BANDERA ROJA SE ALZARA SOBRE LA AZUL Y BLANCA!

Se trata del Sargento Primero Ramón Orué, quien murió en la batalla de La Tablada, durante un operativo anti terrorista en 1989.

Orué fue inhumado en el cementerio de Lanús, pero cuando se intentó realizar el traslado a San Miguel, la familia no pudo completar el trámite por una antigua deuda en la ciudad de origen.

Finalmente, con la intervención de Aldo Rico, se pudo traer los restos a San Miguel.

El Sargento Primero Ramón Wladimir Orué pudo ser finalmente homenajeado en San Miguel el sábado 10 de julio, cuando se consiguió trasladar sus restos desde Lanús, la ciudad donde vivía su padre.

Luego de algunas vueltas burocráticas que impedían el traslado por una deuda con el Cementerio de Lanús, Aldo Rico intervino a favor de la familia, y no hubo más impedimentos.

La llegada al Cementerio de San Miguel estuvo acompañada de varias autoridades del Honorable Concejo Deliberante y la Municipalidad de San Miguel, como por ejemplo, la concejal Susana Salto, el concejal Ricardo Alexis Joner, la concejal Marisa Guilanea, el concejal Aldo Rico, y el Director de Tránsito de San Miguel, Miguel Robetta, entre otros.

Además, hubo soldados y pares del homenajeado y Centros de Veteranos de Guerra de San Miguel.

La historia de Ramón Orué comienza en 1982, cuando siendo un joven Suboficial marcho a Malvinas formando parte del Regimiento 5 de Infantería.

De regreso al continente no bajo los brazos y se formó en la Aptitud Especial de Comando, y revistaba en la Compañía Comando 601 con asiento en Campo de Mayo, subunidad que participó activamente en la recuperación de las instalaciones.

Finalmente, mientras se realizaba un cerco alrededor del casino de suboficiales donde permanecía un grupo de terroristas, Ramón Orué advirtió la maniobra, interceptó la acción, y entre un intercambio de disparos, resultó gravemente herido.

Se lo trasladó al Hospital Militar Central, donde luego de varios días de sufrimiento, falleció el 2 de febrero de 1989.

En Lanús, donde vivía su padre, Ramón Orué fue inhumado y depositado en el Cementerio de esa misma ciudad como héroe de la Patria, gracias a la intervención del intendente de aquel momento, Quindimil.

El joven suboficial fue ascendido, post mortem, al grado de sargento 1ro.

El inconveniente surgió cuando la familia intentó trasladar los restos del Sargento Primero hacia el Cementerio de San Miguel, y desde el Cementerio de Lanús le imposibilitaron la acción debido a una deuda de aproximadamente cinco mil pesos, correspondientes al mantenimiento del nicho.

Aparentemente, en aquel momento, ese importe habría sido eximido en concepto de reconocimiento a un héroe de guerra.

Ahora, con distintas autoridades, no habrían considerado aquel beneficio.

Mientras tanto, se buscó solucionar el inconveniente entre los pasillos del EMGE, sin respuesta satisfactoria, si, ambiguas y evasivas.

Al final la esposa decide recurrir a la Comisión de Familiares de caídos en Malvinas, donde plantea la situación vivida.

Es preciso aclarar que esta Comisión comprobó los obstáculos para dicho tramite y que la solución no era la institucional, y le propone una salida política por medio de una nota al Intendente de Lanas.

Pero, tampoco hubo eco a los reclamos, hasta que se encontró el recurso en la intervención del ex intendente de San Miguel, y actual concejal, Aldo Rico.

Sin haber confirmado la condonación de la deuda, pero luego de abrir un expediente con dicha solicitud, se permitió el traslado de los restos del Sargento Primero hacia el Cementerio de San Miguel, donde se realizó el merecido homenaje el último sábado 10 de Julio.

En aquel sentido acto se leyó, además, una carta con las palabras de uno de los hijos de Orué, Daniel, quien destacó que “la muerte de un héroe, no solo engrandece la Nación, sino que la determina, inspirando y dignificando nuestras vidas”.

Además, hilvanó algunos versos donde subrayó la imagen que él y su hermano, como hijos, conservaron de su padre:

“Nuestro padre fue, el rostro olvidado y la imagen siempre presente.

Nuestro padre fue, quien no nos acompaño al colegio, pero se sentaba a nuestro lado.

Nuestro padre fue, quien se ausento en cuerpo y vivirá siempre en recuerdo.

Nuestro padre fue, aquel que no pronuncio consejos, aconsejo con ejemplos”

No son los muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de su tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía.



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