LA GRAN CARCEL ARGENTINA
Cuando días pasados
estuve con mi camaradas presos políticos, condenados por un tribunal
incompetente, compartí unos mates sentados a la sombra de un alero de la prisión
que los aloja.
Desde allí, se veía una campo verde con árboles y a lo lejos la
visión fresca del Paraná, pero todo ello estaba detrás de las alambradas y de
los puestos de centinelas.
Pensé cuan parecido a lo que
podemos sentir el resto de los argentinos: estamos en una gran prisión, desde
donde vemos cómo otros, vecinos y no tanto, disfrutan de la libertad, del
desarrollo económico, de la justa distribución, de la educación libre de
ideologías, de la seguridad jurídica, de la justicia sin venganza, de la
seguridad física y de los bienes personales, de la prensa sin extorsiones, y de
un sinfín de delicias de una verdadera libertad.
Con sed a la
vera del río fresco, una pared de cristal nos impide.
Argentina toda es una gran prisión.
Yo creía estar libre, porque conocí la
libertad, pero hoy estoy preso sin rejas.
Estoy preso de la clase política, que
es una corporación cuasi mafiosa, que todo lo corrompe, que todo lo tuerce, que
todo lo ensucia.
Estamos presos del estilo K.
Se torció la Ley
para la venganza montonera, obviamente apoyada por los políticos y los políticos
devenidos en jueces y ambos, para apoyar y defender al político poder ejecutivo.
Se torció la educación, por haberse sembrado maestros y profesores, que en
realidad son usinas de adoctrinamiento de las fértiles mentes de nuestros hijos,
para apoyar y defender a la corporación política.
Se torció a las Fuerzas
Armadas para ponerlas de rodillas y vaciarlas de espíritu, dejar un tendal de
uniformes vacíos de hombres.
Se torció todo, y.......nos dejaron
presos.
Si hasta da gracia, que con nuestra plata hayan
construido esta gran prisión llamada Argentina, son nuestros impuestos los que
pagan la rejas invisibles pero inexpugnables.
Estamos en un
estadío donde todo está prohibido, como nunca antes.
No puedo gritar maricón
porque la reja de la anti-discriminación me obliga- No puedo gritar asesino
terrorista, porque para ellos si hubo olvido y perdón.
No puedo clamar por la
Iglesia, porque la hicieron sospechable y sembraron en ella activistas.
No puedo
clamar por justicia, porque los jueces son empleados temerosos de la gestapo
"consejo de la magistratura".
No puedo acceder a la información porque la ley de
medios le puso mordaza.
No puedo hablar de indios ya que hoy debo llamarlos
pueblos originarios.
No defenderme a los tiros de los enemigos llamados chicos
delincuentes, porque nos desarmaron.
No puedo decidir sobre la educación de mis
hijos y debo aceptar lo impuesto por este gigante carcelero llamado Estado.
No
puedo circular porque estoy preso de los piquetes.
No puedo esperar que me
defiendan, porque no se puede criminalizar la protesta, aún cuando ésta sea
criminal y viole leyes vigentes.
No veo la salida de esta
prisión, estoy más preso que mis camaradas, pues yo pago la cárcel y los
carceleros.
Yo, que viví la cárcel y sus miserias, reconozco
facilmente esta gran prisión y distingo claramente a los presos y a los
carceleros.
Cuando me proponen la concordia, siento que es
una utopía donde los carceleros no tendrán ningún interés de concordar.
¿Para que
lo harían?
Si les va bién.
¿No creerán que todavía falta mas escarmiento?
¿No
creerán que falta mas venganza ejemplificadora? .
Cuando los
indios nos pisoteen, los piqueteros se adueñen de los peajes, las milicias
populares reemplacen a las fuerzas amadas, las escuelas sean centros de
adoctrinamiento, las iglesias estén vacías, los hospitales llenos de dolor y
pobreza,
¿Pensaremos aún en una concordia?
Creo que se nos están riendo en la
cara.
Pero reconozco, que no se me cae una idea.
No veo otra
salida que la que ya imaginamos.
Se que hay gente brillante, que siempre ve
alternativas donde yo no las veo.
Así que mientras tanto trataré de pagar algún
impuesto, para mantener a mi carcelero.
Dios guarde a nos,
los presos de esta gran prisión llamada
Argentina.
Alcaide(R) Nelson Cremades
No hay comentarios:
Publicar un comentario