jueves, 2 de diciembre de 2010

3 DE DICIEMBRE DE 1990 – 20 AÑOS DESPUÉS

Quienes fuimos protagonistas de aquel pronunciamiento militar, puntualmente, en cada aniversario, además de conmemorarlo, hemos reflexionado profundamente sobre sus consecuencias a la luz del tiempo transcurrido y de las causas que lo provocaron.

Así hemos visto a lo largo de dos décadas, cómo, año tras año y en forma creciente, las razones que dieron sustento al alzamiento se fueron clarificando hasta llegar a un punto hoy, que nadie las puede negar o soslayar.

Evidentemente, hace 20 años, la sociedad argentina en general, no estaba en condiciones de entender y comprender el mensaje desesperado que un grupo de militares Católicos y Nacionalistas lanzaban advirtiendo sobre el peligro que corría la Nación Argentina si no se detenía el ataque hacia sus Fuerzas Armadas, y que estas no podían ser arbitrariamente desmanteladas y desnaturalizadas para servir intereses oscuros impuestos desde el exterior e implementados por una clase política vernácula y corrupta más consustanciada con la entrega de la Patria que con su Defensa.


Ciertamente no se alcanzaba a comprender aquello que el coronel Seineldín denunciara ante los jueces de la Cámara Federal en agosto de 1991 en oportunidad de realizar su alegato cuando dijo: “Mientras Las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales, ya a cargo del Gobierno, desarrollaban la lucha contra el terrorismo y se triunfaba, llamativamente, se desata, desde los mismos Centros Financieros Internacionales, la maniobra denominada de los Derechos Humanos, que revertirá el éxito táctico sobre la Guerrilla, en una derrota Estratégica”…

“No estamos en condiciones de proteger los valores culturales y espirituales de la patria; no estamos en condiciones de proteger el territorio; no estamos en condiciones de proteger las riquezas alimenticias, energéticas y de interés geopolítico.

Y tampoco estamos en condiciones de defender a los habitantes; que ya comienzan a sentirse desprotegidos”...

Y continúa diciendo el coronel Seineldín: “¿Cuál es el primer objetivo?... Cambiar los valores culturales y espirituales.”

“El segundo, cercenarnos y fragmentar nuestro territorio.

Esto es viejo; el general San Martín, cuando viniera a estas tierras, trató de impedir el proyecto inglés de fragmentar los virreinatos españoles, aspecto que no pudo concretar.

Luego el brigadier general Juan Manuel de Rosas luchó para evitar el desmembramiento de la Confederación Argentina; no lo pudo hacer y se fue fragmentando y perdiendo provincias argentinas”…

“Hoy, por otros medios, ese proyecto de fragmentación continúa…”

Hasta aquí algunas de las expresiones del coronel Seineldín extraídas de su alegato.

En efecto, la sociedad argentina no quería escuchar estas cosas que algunos tildaban de apocalípticas y prefería estar distraída.

Por entonces, los viajes a las playas de Cancum y Cuba y los dólares eclipsaban a la clase media, y cualquier mensaje disonante en ese sentido era considerado aguafiestas y por tanto, inmediatamente descalificado.

Aunque a la memoria colectiva le cueste aceptarlo, eso era lo que ocurría bajo el gobierno de Menem.

Y en el orden militar, la euforia no era menor, las distintas promociones festejaban los fines de año con pintorescos cruceros, o excursiones a Punta del Este o México y la mayoría de los suboficiales viajaban a Europa integrando las misiones de paz.

Precisamente esas misiones constituyeron la principal maniobra de la política exterior del gobierno menemista que se alió automática e incondicionalmente a los EE.UU. para servir a sus intereses en cualquier rincón del mundo donde el gobierno norteamericano lo ordenase.

Mientras los militares argentinos se vestían como norteamericanos, hablaban en inglés y defendían los intereses anglo-norteamericanos en distintas misiones, –en la isla de Chipre se llegó al extremo de que tropas nacionales se subordinaran a un comando inglés, es decir al país que aún usurpa nuestras Islas Malvinas –, en la Argentina se continuaba el desguace de las FF.AA. sin pausa y a toda marcha.


Así fueron haciéndose extraordinarios negocios desde el área de la Defensa Nacional, cerrándose unidades y comandos cuyos terrenos luego eran rematados.

Esto fue tan así que para avalarlo baste recordar que quienes ejercían el cargo de Ministros de Defensa, eran expertos liquidadores de empresas.

Pero, muchos militares, no alcanzaban a ver más allá de los viáticos que les generaban las comisiones en el exterior y cumplían felices y contentos el desguace material y espiritual al que Menem los sometía con la obsecuente ayuda del traidor Balza y todos sus generales.

Menem no hubiese logrado semejante nivel de destrucción de las FF.AA. sin la acción previa de Alfonsín y sin el colaboracionismo de Balza y todos sus generales –tan responsables como él–.


Así llegó el falaz arrepentimiento por la participación de los militares en la guerra contra la subversión en el que, Balza arbitrariamente, comprometió a las FF.AA., y todos los generales y el Ejército callaron… luego llegó la venta de armas a Croacia y Ecuador y todos los generales y el Ejército volvieron a callar… también llegó el falaz montaje pergeñado por Balza en la causa Carrasco para encontrar culpables y, otra vez, generales y Ejército volvieron a callar y algunos a mentir… Balza compró jueces, fiscales y testigos para encubrir delitos cometidos en la investigación y… nuevamente, todos callaron…

Los únicos que no callamos y además actuamos en contra de tanta corrupción y entrega, fuimos los “carapintadas”… ni siquiera la prisión ni los agravamientos de condena, precisamente por no callarnos, lograron detenernos.


Y por esa actitud que para nosotros fue desinteresada y patriótica, nos ganamos el rechazo de gran parte de la sociedad y de nuestros propios camaradas, algunos de ellos engañados por la propaganda disolvente que partía de la clase política entreguista y corrupta, pero otros, convencidos que éramos el verdadero enemigo de la Patria.

Respecto de estos últimos, hoy 20 años después, se da la triste paradoja que muchos que nos combatieron con ferocidad el 3 de diciembre de 1990, se encuentran en prisión por sus responsabilidades en la guerra contra la subversión.

Teniendo la oportunidad de unirse a los camaradas que en aquella jornada intentamos salvar al Ejército de la destrucción que inexorablemente vendría años más tarde, eligieron aliarse al poder político y apuntaron sus armas hacia sus camaradas.

Tanta confusión en el orden castrense recién comenzó a clarificarse cuando después de 30 años de acontecida la guerra contra la subversión, esta alcanzó el poder y comenzó su venganza, colocando presos a todos los militares que habían participado de aquella contienda.


Recién ahí, los militares ex combatientes de aquella guerra fraticida ya retirados, comenzaron a comprender quién era el verdadero enemigo y a sufrir las consecuencias del abandono de los camaradas en actividad y de la institución toda que, al igual que ellos anteriormente, seguían y aún hoy siguen, sin saber dónde está el verdadero enemigo y sirven incondicionalmente al poder político que procura su destrucción.

Como ya dijéramos al inicio de este artículo, hoy dos décadas después los hechos hablan por si solos sin que en todo este tiempo hayamos tenido que recurrir a frases tales como: “Teníamos Razón” o “Nosotros lo dijimos”.


Más allá de que nunca hemos dejado de expresar nuestros pensamientos, fueron dos décadas en las cuales los sucesos ocurridos fueron el fundamento que reafirmó la legitimidad de aquel pronunciamiento:

A 20 años al país se le ha enajenado su soberanía, la FF.AA. están de rodillas y el país indefenso ante los enemigos interiores y externos.

El narcotráfico y la delincuencia común se han hecho dueños de la calle.

Las patotas oficiales pasaron a ser el brazo armado del gobierno para imponer sus políticas o para disuadir a los opositores.

La degradación social alcanzó niveles hasta hace poco, inimaginables.

Las milicias populares aguardan su turno para entrar en acción en caso de que el proyecto político populista se debilite.

Se ha insuflado en el pueblo una cultura anticristiana.

La anarquía se insinúa diariamente en las calles argentinas.

Es por todo lo expresado que, hoy 20 años después, los militares “carapintadas”, reafirmamos nuestra condición de soldados más allá de haber perdido el derecho al uso del uniforme y nuestros grados militares y, junto a nuestros hermanos civiles que nos acompañaron en el pronunciamiento y dieron su testimonio en la prisión o el exilio, decimos que no hemos perdido la esperanza, y reivindicamos patrióticamente las causas que nos llevaron a protagonizar los hechos del 3 de diciembre de 1990 a la vez que reafirmamos nuestro compromiso de continuar bregando por los Valores y Principios de una Patria Cristiano-Católica y por un Ejército Nacional Sanmatiniano dispuesto a defenderlos…

La Patria vive en quienes respetan sus tradiciones.

¡Por Dios y por la Patria!


Firman: En Representación del Personal Militar Participantes del Pronunciamiento del 3 de Diciembre de 1990


Jorge Di Pasquale Hugo Reinaldo Abete Adrián Romero Mundani
Ex Tcnl E.A Ex mayor E.A. Ex Mayor E.A.


Pedro Edgardo Mercado Gustavo Luis Breide Obeid Rodolfo Barrio
Ex Mayor E.A. Ex Cap E.A. Ex Tte 1ro E.A.


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