miércoles, 29 de diciembre de 2010

LUCIANO BENJAMIN MENENDEZ, EL GENERAL QUE NO LE TEME A LA VERDAD

El jueves 22 de diciembre, el General Menéndez volvió a hacer uso de la palabra en el juicio Oral y Público que ese mismo día terminaba en Córdoba.

Menéndez sabía como casi todos, que la sentencia estaba cantada.

Quizás por eso no le sorprendió, si bien el dolor que como militar de pura cepa lleva en su corazón es grande.

A pesar de eso, y en vísperas de la Navidad, una vez más el ex Comandante del III Cuerpo del Ejército miró a todos a los ojos y con la frente en alto, porque está convencido que “ha cumplido con su deber de soldado”, leyó su alegato que sin duda, será parte importante de la historia argentina.

Esa misma tarde le dictaron nuevamente “prisión perpetua”.

A continuación las valientes palabras de Menéndez para que usted saque sus propias conclusiones y el pedido otra vez en esta Navidad, que el Niño Dios nos traiga verdadera justicia y paz a todos los argentinos

ALEGATO DEL GENERAL LUCIANO B. MENÉNDEZ

Han desfilado por este tribunal cien testigos.

Todos o casi todos ellos y las supuestas víctimas eran en 1974/75, militantes de alguna de las organizaciones ilegales que en ese entonces asolaban nuestro País.

Eran pues, combatientes.

Esto demuestra que las FFAA nunca atacamos a población civil, por lo cual aún si fueran ciertos los crímenes que se nos achacan, no podrían ser calificados de Lesa Humanidad y estarían prescriptos a la fecha.

Todos o casi todos los presos fueron juzgados por un juez federal y condenados por él.

Pero ninguno de ellos explica el verdadero motivo de su detención, aunque el solo hecho de su militancia en una organización ilegal ya era un delito y la sentencia del Juez confirmó que habían participado en alguna acción armada.

Los sentenciados por el Juez cumplieron su condena y salieron en libertad.

Por otra parte, al pertenecer al enemigo, como uno de los testigos nos llamó, su testimonio no puede aceptarse por estar viciado de nulidad por la evidente parcialidad que muchos testigos se encargaron de exhibir ante el Tribunal.

Además puedo preguntarme porqué se nos juzga a nosotros cuando un juez los condenó a ellos y fue un asunto legalmente terminado.

Ahora vuelve a empezar, pero son los revolucionarios del 70 quienes nos acusan por haberlos condenados en 1975.

Otra cosa que campea en las declaraciones de los testigos y en las expresiones de los abogados de la querella, es la confusión y la fusión que hacen los nombrados entre la Guerra Contrarrevolucionaria y el Gobierno Militar, pretendiendo que ambas cosas son lo mismo y que fueron absolutamente contemporáneas.

Con este cambio de fechas y propósitos, ellos arguyen que los terroristas del 70 actuaron en defensa de la democracia puesto que se oponían a un gobierno de facto, y pretenden que los militares desde el gobierno los perseguían por pensar distinto o, como alguno de los testigos y ex preso dijo con singular soberbia, “simplemente por pensar”.

La realidad es que un año antes del 24 de marzo del 76, el gobierno electo constitucionalmente nos ordenó a las FFAA, de Seguridad y Policiales aniquilar a la subversión en Tucumán y seis meses después ese mismo gobierno nos ordenó aniquilar la subversión en todo el territorio nacional.

La Guerra Contrarrevolucionaria pues, empezó un año antes que el gobierno militar, y los procedimientos usados por las FFAA y de Seguridad y Policiales no cambiaron en nada antes y después del 24 de marzo, simplemente porque eran los que las Leyes y Reglamentos militares prescribían para luchar contra el terrorismo marxista.

Nuestros enemigos fueron los terroristas marxistas, como quedó demostrado por los testigos que desfilaron frente al tribunal, y jamás se persiguió a nadie por sus ideas políticas nacionales.

Pero para demostrar la falacia de quienes ahora pretenden haber sido “jóvenes idealistas” que luchaban por la democracia, nada mejor que citar las palabras de los guerrilleros a quienes derrotamos:

Caparrós -montonero- dice: “La subversión marxista -o más o menos marxista, de la que yo formaba parte- quería, sin duda, asaltar el poder en la Argentina para cambiar radicalmente el orden social.

No queríamos un país capitalista y democrático: queríamos una sociedad socialista, sin economía de mercado” y cuya “forma política no sería la democracia burguesa que condenábamos cada vez que podíamos.”

Del libro de Alfonso Lesa “La Revolución Imposible”, extraigo las siguientes citas:

dice Carlos Masseti del ERP:

“Yo digo que por suerte no ganamos. Porque no creo que hubiéramos sido capaces de escapar a la tentación totalitaria porque veníamos formados en el totalitarismo.”

Luis Matini, sucesor de Santucho en la conducción del ERP expresa en el mismo libro:

“¿Qué habría pasado si el ERP hubiera triunfado?

¿Hubiera prevalecido la idea de establecer la democracia o de adoptar una dictadura del proletariado?

No nos chupemos el dedo.


La verdad es que nosotros nunca pensamos en la democracia.

Nosotros pensábamos en la democracia en términos de Lenín, como un paso, un instrumento para el socialismo, teníamos toda la concepción leninista más dura.”

Estos testimonios, sumados al análisis crítico de la historia, permiten a cualquier persona que se interese en el tema concluir que la actual versión oficial del asunto es simplemente falsa.

Pero quien mejor desenmascara estas falsedades, es Tzvetan Todorov, un filósofo francés de origen búlgaro que estuvo hace poco en nuestro país, y al que llevaron a visitar los llamados “museos de la memoria”.

Este intelectual, manifiesta sobre el catálogo del Parque de la Memoria “Pero no se puede comprender el destino de esas personas sin saber por qué ideal combatían ni de qué medios se servían.

El visitante ignora todo lo relativo a su vida anterior a la detención: han sido reducidas al papel de víctimas meramente pasivas que nunca tuvieron voluntad propia ni llevaron a cabo ningún acto.

Sin embargo, su tragedia va más allá de la derrota y la muerte:

luchaban en nombre de una ideología que, si hubiera salido victoriosa, probablemente habría provocado tantas víctimas, si no más, como sus enemigos.

En todo caso, en su mayoría, eran combatientes que sabían que asumían ciertos riesgos.

La manera de presentar el pasado en estos lugares seguramente ilustra la memoria de uno de los actores del drama, el grupo de los reprimidos; pero no se puede decir que defienda eficazmente la Verdad, ya que omite parcelas enteras de la Historia.

En cuanto a la Justicia, si entendemos por tal un juicio que no se limita a los tribunales, sino que atañe a nuestras vidas, sigue siendo imperfecta: el juicio equitativo es aquel que tiene en cuenta el contexto en el que se produce un acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias.”

Indudablemente, la opinión del Sr. Todorov es muy distinta a la que quisieron arrancarle sus anfitriones con sus visitas guiadas.

Lo que verdaderamente pasó, fue que hace 60 años, la guerra estalló repentina y brutalmente en nuestro país.

Sin tener arte ni parte, simplemente porque estábamos en la ruta de conquista del comunismo internacional, los argentinos sufrimos el asalto de los subversivos marxistas que por orden y cuenta de la Unión Soviética y de su sucursal americana, Cuba, se proponían someter a nuestro país y a toda Latinoamérica a su sistema y sumarnos a sus satélites.

Era la guerra.

Pero la más total de todas las guerras.

La Guerra Revolucionaria.

No se trataba de pretender arrancarnos un pedazo de territorio, o un paso entre dos océanos, o una zona de influencia geopolítica o económica.

A lo que la subversión apuntaba era al alma de nuestro pueblo para someterlo a un régimen despiadado y brutal.


Como su nombre lo indica, la Guerra Revolucionaria revoluciona el modo de vida del pueblo que elige como víctima.

El propósito de los subversivos al declararnos la Guerra Revolucionaria era asaltar el poder para instaurar un régimen comunista bajo el cual, en lo externo nos convertiríamos en un satélite de Rusia y en lo interno, dejaríamos de ser libres para pensar, expresarnos, poseer bienes, decidir qué hacer con ellos, entrar y salir del país, disponer de nuestras vidas y la de nuestras familias, porque todo pertenecería y sería manejado por el estado totalitario.

Se equivocan los que creen y mienten quienes lo afirman, que el pueblo fue un convidado de piedra en la Guerra Revolucionaria.

Por el contrario, el pueblo era el objetivo al que pretendía dominar la subversión.

Por eso nos agredió, para apoderarse de nuestro pueblo.

Y por eso los vencimos.

Porque nuestro pueblo percibió claramente que sus FF.AA. lo defendían de los terroristas que lo atacaban.

Y se alineó con nosotros brindándonos su apoyo.

En el mundo se reconoce que las guerras ofensivas o de agresión son injustas.

La invasión armada del terrorismo marxista constituye, por lo tanto, una guerra injusta, sujeta a la sanción internacional.

Las primeras manifestaciones de Guerra Revolucionaria fueron dos campamentos de guerrilleros:

los Uturuncos, en los montes tucumanos en 1959, y otro en Orán en 1964. Justamente durante los gobiernos del Dr. Frondizi y el del Dr. Illia.

Ambos gobernantes inobjetablemente democráticos, no sólo por ser electos por el pueblo, (que allí no termina la democracia, sino que empieza) sino también por su ejemplar ejercicio del Poder.

No pueden pretextar los guerrilleros que eran pacíficos ciudadanos buscando defender la democracia, porque la democracia estaba bien defendida por esos gobiernos.

La persecución a los delincuentes subversivos no fue, como ellos pretenden, represión a los opositores políticos de los gobiernos militares.

La subversión desató una guerra en nuestra Patria desde 1960 en adelante, bajo gobiernos de todos los signos.

De quién eran opositores?

Y quién los perseguía?

Frondizi?

Guido?

Illia?

Perón?

Lo cierto es que La Nación Argentina, para defenderse de la agresión subversiva ensayó todos los métodos desde 1964, no importa de qué signo fuera el gobierno de turno.

El terrorismo marxista desbordó todas las previsiones del estado nacional, incluida una corta intentona ilegal desarrollada en 1975, en la que el gobierno recurrió al terrorismo de estado con la AAA.

Así, la subversión llegó a conformar verdaderos ejércitos clandestinos, con su dirección política, sus contactos y respaldos internacionales, sus combatientes organizados en comandos y unidades a imitación de las militares, sus organizaciones de inteligencia, sus apoyos logísticos de sanidad, materiales, transportes y munición, sus ramificaciones de reclutamiento, difusión y propaganda, sus programas de instrucción política y militar en el país y en el extranjero, sus sistemas de relevos y descansos, etc.

Ante el crecimiento en efectivos y en peligrosidad de estas bandas, que llegaron a reunir 40.000 hombres (las Brigadas Rojas de Italia nunca superaron los 1000 hombres), finalmente la Nación Argentina, por Decreto Presidencial Nº 2770/75 creó el Consejo de Seguridad Interior presidido por el Presidente de la Nación e integrado por todos los ministros y los comandantes de las FFAA, para dirigir los esfuerzos nacionales para la lucha contra la subversión, y ordenó a sus FFAA, por decreto presidencial Nº 2772/75 (ambos firmados por el Presidente Luder) que “procedan a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del País”.

Esa expresión “aniquilar el accionar” ha servido a los terroristas de pretexto para afirmar que las fuerzas legales nos excedimos, como si se pudiera hacer una separación entre el accionar y los hombres; máxime en la Guerra Contrarrevolucionaria, donde operábamos contra un enemigo que cuando su grupo era aniquilado, se sumaba a otro o seguía actuando individualmente.

Por suerte, el Consejo de Seguridad Interior, que era el organismo que dirigía la guerra fue más concreto y en su Directiva Nº 01/75 fijó a las FFAA, de Seguridad y Policiales la misión de “ejecutar la ofensiva en todo el ámbito del territorio nacional para detectar y aniquilar las organizaciones subversivas” y para más claridad todavía agregó: “Las acciones deben tender a aniquilar los elementos constitutivos de las organizaciones subversivas”.

La Argentina rechazó la agresión armada marxista.

Pero no sin sufrimiento. Pues las fuerzas subversivas ensangrentaron al país durante 10 años, en los que asesinaron a 1500 personas, de las cuales el 60 % eran miembros de las FFAA. ,de Seguridad y Policiales y el 40 % eran civiles, empresarios, gremialistas, políticos, funcionarios, sacerdotes, mujeres, niños; e hirieron a muchos más.

Secuestraron a 1750 personas. Cometieron 21600 atentados terroristas (6 por día).

De nuevo para tener dimensiones comparadas, las Brigadas Rojas realizaron 300 atentados en toda su campaña.

Las Fuerzas Armadas aplicando las leyes y reglamentos militares en vigencia, cumplieron en pocos años la misión encomendada por la Nación de vencer al enemigo, y al acortar la guerra ahorraron sufrimientos a La Patria.

Comparémonos con Colombia que desde hace 60 años soporta el flagelo constante de la guerrilla terrorista, la cual todavía controla una parte del país y arrastra su corte de secuestrados y muertos que se calculan en más de 100.000.

Y nosotros estamos siendo juzgados.

Tenemos el dudoso mérito de ser el primer país en la historia del mundo que juzga a sus soldados victoriosos que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas.

Ostentamos ese triste record del que se enorgulleció aquí el fiscal adjunto por la sencilla razón de que, como es lógico, nadie nos lo disputa, está desierto.

Ahora la Justicia Nacional nos juzga por supuestos crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas en la Guerra Contrarrevolucionaria.

Se nos señala además, en actitud pedante, que debimos utilizar el Código Penal en lugar de las armas.

¿Pero es que no recordamos que la Nación Argentina usó la ley y la justicia para tratar de combatir el accionar del terrorismo marxista antes de ordenarle a sus Fuerzas Armadas el uso de las armas?

Y eso a pesar de los crímenes atroces cometidos por el terrorismo marxista entre 1960 y 1975.

Tanto aguantó la Nación antes de decidirse a usar las armas que recuerdo un comentario despectivo que circulaba por esos años en el que se nos decía que los militares sabíamos morir pero no sabíamos matar.

¿Por qué se cambió de procedimiento y las autoridades legalmente constituidas de la Nación finalmente ordenaron a las Fuerzas Armadas “iniciar operaciones militares para aniquilar a la subversión”?

¿Por qué los jueces que hoy nos juzgan aceptaron suspender su tarea de controlar el accionar de las fuerzas armadas subversivas vía la aplicación del Código Penal y entregaron esta responsabilidad a las Fuerzas Armadas legales?

Si el trabajo judicial hubiera sido eficaz, lo lógico hubiera sido que el Poder Judicial no permitiera transferir sus responsabilidades.

Recordemos una vez más que las Fuerzas Armadas combatieron al terrorismo marxista más de un año en Tucumán y seis meses en todo el País, bajo las órdenes y la supervisión de un gobierno electo legalmente en el que funcionaban todas sus instituciones y sus poderes.

Y entonces, con las Fuerzas Armadas empeñadas en combate,

¿cómo es que entre febrero de 1975 y marzo de 1976, ningún juez, ningún legislador, ningún funcionario, ningún periodista, reclamó por los supuestos excesos de las Fuerzas Armadas?

¿Será que en 1975 nadie en la Nación, ni el Poder Ejecutivo, ni el Legislativo, ni el Judicial, ningún funcionario ni periodista, imaginó para frenar la agresión del terrorismo marxista otra solución que usar las armas?

¿Será que se comprendió entonces, como lo prueban numerosos artículos periodísticos de la época, que enfrentábamos una guerra, y que el Poder Judicial con el Código Penal no podía librar una guerra?

Es oportuno recordar un discurso del Ministro de Defensa de Isabel Perón, Dr. Votero, del 17 de diciembre de 1975, que en uno de sus párrafos decía:

¨las Fuerzas Armadas en cumplimiento de obligaciones constitucionales y convocadas por el gobierno, han asumido junto a las Fuerzas de Seguridad, la responsabilidad de la acción directa contra la subversión.

Lo han hecho y lo siguen haciendo con marcado y rotundo éxito.

A ellos rindo, como Ministro de Defensa y en nombre de la excelentísima Señora Presidente de la Nación, la gratitud y homenaje del gobierno, llamándolos beneméritos de la Patria y diciéndoles nuestra inquebrantable determinación de no dejar por hacer absolutamente nada de lo que está dentro de nuestras facultades y de nuestro poder de decisión para alcanzar su más completo exterminio.¨

¡Lo que va de ayer a hoy!

Es que en ese entonces los ilegales estaban en la ilegalidad, y las fuerzas nacionales éramos legales.

Y nadie nos discutía, y mucho menos nos disputaba esa condición, porque las circunstancias eran muy difíciles y pocos estaban decididos y capacitados para enfrentarlas.

Se sucedían los crímenes del terrorismo y las declaraciones triunfalistas de los guerrilleros marxistas hacían temer que éstos tuvieran ya el poder al alcance de sus manos ensangrentadas.

Resulta ridículo que quienes no pudieron hacer la tarea, porque no es misión del Poder Judicial hacer la guerra, nos juzguen y condenen hoy, 30 años después de haber terminado con la violencia gracias al empeño de las Fuerzas Armadas de la Nación, con el argumento, entre otros, de no haber aplicado el Código Penal para derrotar al enemigo.

Detrás de esta maniobra burda y ridícula, están los mismos guerrilleros de aquel entonces ocupando puestos en el Gobierno, buscando ahora matar dos pájaros de un tiro:

Por un lado, desprestigiar a la Justicia de la República que para poder juzgarnos ha debido vulnerar numerosas reglas jurídicas y constitucionales y aplicar el derecho de manera arbitraria e ilegal.

Por el otro, desprestigiar a las Fuerzas Armadas presentando como crímenes las acciones de la Guerra Contrarrevolucionaria.

Porque derrotados, los guerrilleros abandonaron la lucha armada y se mimetizaron en la sociedad simulando ser pacíficos civiles.

Pero no abandonaron sus oscuros y anticuados objetivos.

No cesaron la Guerra Revolucionaria, sino que la trasladaron a otros campos, siguiendo la doctrina de Gramsci que aconsejaba “La intelligenzia tiene que apoderarse de la educación, de la cultura, y de los medios de comunicación social, para desde allí apoderarse del poder político y con el poder político dominar a la sociedad civil”.

Los ex guerrilleros, devenidos funcionarios no se han sacado aún la piel de cordero porque les falta todavía eliminar o dominar algunos resortes del Poder.

Cuando sientan que la capacidad de reacción de los argentinos está anulada, entonces van a dar el zarpazo, entonces van a abandonar su disfraz pacifista y legalista y van a utilizar toda la violencia para cambiar nuestro estilo de vida.

Espero que los guerrilleros de los 70, hoy en el poder, no logren consumar sus propósitos de afianzarse en él para imponernos su régimen autoritario y vitalicio.

Confío en que los argentinos nos unamos para detener esa marcha hacia el abismo.

La democracia es un sistema que dignifica a quienes gobierna, pero para que funcione adecuadamente necesita de gobernantes que no se aparten de la ley y de ciudadanos que no permitan que se aparten.

Es decir, la democracia dignifica al ciudadano pero para funcionar precisa de ciudadanos dignos.

Venimos soportando siete años de autoritarismo, en que los argentinos hemos sido avasallados, escarnecidos, insultados por un gobierno despótico, que ha violado sistemáticamente la Constitución Nacional y la ley y cuya aspiración final es imponernos un gobierno autoritario.

Aquí mismo está discurriendo hoy este juicio claramente inconstitucional y sin embargo, hay una multitud de actores desempeñando sus roles como si fuera lícito.

Espero que después de estos años de indignidad, la misma vergüenza de haber soportado este periodo de oprobio, sirva para que en lo sucesivo y para siempre los ciudadanos de nuestra República, tanto gobernantes como gobernados, cumplamos y hagamos cumplir estrictamente la Constitución y la Ley y no nos apartemos por ninguna razón de las normas institucionales, y entonces volvamos a inaugurar una nueva etapa democrática que esta vez sea, si, auténtica y permanente.

Estoy convencido que esta experiencia nos va a servir para rechazar en el futuro los caprichos arbitrarios de un caudillo en cuanto se insinúen, para ajustarnos sin concesión alguna a las normas institucionales de la República.

Solo así volverá a regir la Constitución, la Ley, la Justicia y la Libertad en la Patria de la Libertad; y la democracia volverá a guiar la marcha de los argentinos a su destino de grandeza, marcha que emprendimos varias veces con éxito mientras nos movimos con total libertad dentro del ámbito de la Constitución y que se frustró en varias ocasiones por la copia enfermiza de modelos totalitarios.


Luciano Benjamin Menéndez
General de División

martes, 21 de diciembre de 2010

LOS JUICIOS POR " LA VERDAD "... SON UNA MENTIRA

Con esta tapa... y esta bajada, Página 12 anuncia con total desparpajo que los juicios a quienes combatieron al terrorismo de Argentina en los años 70 son un circo.

Los imputados ya están condenados de antemano... leed...

VIDELA, MENENDEZ Y OTRO MEDIO CENTENAR DE REPRESORES SERAN CONDENADOS ESTA SEMANA

Tardó, pero al final llegó, la Justicia

Los juicios que se realizan en Córdoba, Buenos Aires y Mar del Plata culminarán esta semana con las condenas de los implicados.

La mayoría de los represores juzgados no habían sido juzgados ni detenidos.

"El dictador Jorge Rafael Videla volverá a escuchar una sentencia después de un cuarto de siglo.

El general Luciano Benjamín Menéndez, impune en los ’80, alcanzaría el record de cinco condenas a prisión perpetua.

Julio Simón va por su tercer fallo adverso.

Los coroneles Carlos Alberto Tepedino y Mario Gómez Arenas van por el segundo.

Debuta el civil Raúl Antonio Guglielminetti, el mayor Guastavino, que supo ser custodio del presidente Raúl Alfonsín.

Celebridades al margen, más de medio centenar de imputados por crímenes de lesa humanidad serán condenados o absueltos en los próximos días por secuestros, torturas, violaciones y asesinatos cometidos durante la última dictadura."

Pd: Lo de "o absueltos", es una formalidad del periodista que desentona obviamente en la nota.

La palabra se nota puesta con fórceps, como para dibujar un poco de imparcialidad. No lo logra, claro.




Horacio Ricardo Palma

viernes, 10 de diciembre de 2010

UN GENERAL PIDIO EL RETIRO

Molesto con la ministra Garré

Alejandro Díaz Bessone se alejó del Ejército por el "despido arbitrario e injusto" de un subalterno.


En una consecuencia directa de la decisión del Gobierno de frenar los ascensos de militares por "portación de apellido", el general de brigada Alejandro Díaz Bessone, segundo jefe del Comando de Educación y Doctrina y con 37 años de servicio en el Ejército, pidió su pase a retiro.

Lo hizo en disconformidad con la decisión de la ministra de Defensa, Nilda Garré, de postergar el ascenso de un subordinado suyo, el teniente coronel Edgardo Calvi, y retirarlo del servicio activo.

La resolución firmada por Garré el miércoles pasado lleva el número 1581 y dispone el retiro de 18 tenientes coroneles, seis capitanes de fragata y un vicecomodoro, al cumplirse "dos de las tres oportunidades en las que el personal militar es considerado para el ascenso", lo que habilita a la ministra a desplazarlos del servicio activo.

Aunque la resolución no lo expresa, fuentes castrenses atribuyeron la norma a la decisión de postergar la promoción de oficiales vinculados con militares de la última dictadura.

Según pudo saber La Nacion, Díaz Bessone se enteró el viernes de la resolución de Garré y anteayer pidió el pase a retiro, en una nota remitida al jefe del Estado Mayor General del Ejército, teniente general Luis Alberto Pozzi, en la que expresa claramente su desacuerdo con el retiro obligado de su subalterno. Fuentes confiables señalaron que ambos se reunieron ayer y que Díaz Bessone le dijo a su superior que por sus convicciones no podía permanecer en la fuerza "ante el despido arbitrario e injusto" de su subalterno.

Díaz Bessone encabezó ayer en Campo de Mayo un acto que marcó la despedida de Calvi, que dirigía la Escuela de Caballería.


"Bastaba con no ascenderlo, no hacía falta pasarlo a retiro", comentaban en su entorno, al reivindicar la trayectoria del teniente coronel, que cumplió destinos en Francia, estuvo en contra de los carapintadas e integró durante dos años las fuerzas de tarea en Chipre, entre otras misiones.

El jefe del Ejército le aceptó la renuncia a Díaz Bessone, que había sido ascendido a general el año pasado.


Fuentes castrenses no descartaban ayer que si el conflicto por el tema de la portación de apellido se profundiza, otros generales adopten medidas parecidas.

En septiembre último, el plenario de generales había aconsejado la promoción de Calvi y de varios de los oficiales ahora excluidos y retirados por Garré.

El propio Díaz Bessone, de 56 años, es hijo del general Ramón Genaro Díaz Bessone, que fue comandante del II Cuerpo de Ejército y ministro de Planeamiento durante la presidencia de facto de Jorge Rafael Videla.


Indultado por Carlos Menem en 1989, desde julio último está siendo sometido a juicio por el Tribunal Oral Federal de Rosario por delitos de lesa humanidad.

Hace menos de un mes, al intentar desmentir las denuncias de discriminación por "portación de apellido", la ministra Garré había puesto de ejemplo el caso de Díaz Bessone, promovido a general de brigada el año pasado, al diferenciarlo de los oficiales de la dictadura militar.

"He tratado esporádicamente con él y es un hombre democrático, claramente no suscribe las ideas de su padre", dijo en ese momento Garré, en una reivindicación que, de algún modo, molestó al militar, que en su fuero íntimo se sintió usado, según pudo saber La Nacion.

En la resolución, Garré ratifica las atribuciones del Ministerio de Defensa para analizar la formación militar, los cargos desempeñados, las funciones, los méritos y la idoneidad de los oficiales considerados, así como las políticas de ascenso y los perfiles deseados.

Los retirados

La decisión de Garré, que no da lugar a reclamos administrativos, afecta a los tenientes coroneles Julio Héctor Ballofet, Marcelo Ramón Borzone, Edgardo Calvi, Francisco J. Canevaro, Luis Cattáneo, Ramón Centeno, Mario Alejandro Díaz, Antonio Agustín Duarte, Oscar Faisal, Marcelo Huergo, Ricardo Muñoz, Daniel Rojas Alcorta, Guillermo A. Saa, Ricardo Schulz, Pedro L. Tagni, Jorge Toccalino y Roberto A. Vega.


Entre otros casos, el teniente coronel Díaz es hijo del fallecido teniente general Mario Cándido Díaz, ex jefe del Estado Mayor Conjunto.

Al teniente coronel Faisal, por ejemplo, se le objetó haber asistido por razones humanitarias a familiares de militares juzgados en Corrientes.

A ellos se suman, en la Armada, los capitanes de fragata Marcelo R. Barbich, Gustavo Barreto Neuendorf, Juan José Lucena, Eduardo Enrique Pizzagalli, Jorge Emilio Sciurano y James Ronald Whamond.


En la Fuerza Aérea fue apartado el vicecomodoro médico Omar Hermida.

A los retiros dispuestos por Garré se suma ahora el de Díaz Bessone, que está casado con Leticia Pelloni, hermana de la monja Martha Pelloni, de activa militancia en defensa de los derechos humanos.

MEDIDA POLÉMICA

En la resolución 1581, el Ministerio de Defensa reivindica su facultad para pasar a retiro a los que no son ascendidos en dos oportunidades.

ALEJANDRO DIAZ BESSONE, General de Brigada

Pidió su propio alejamiento del Ejército, disconforme con el retiro de un subalterno y de otros oficiales por "portación de apellido".

48 años

Es la edad del teniente coronel Edgardo Calvi, director de la Escuela de Caballería, pasado a retiro por la ministra Garré, lo que provocó el retiro de Díaz Bessone.

25 militares

Son los que fueron declarados no aptos para permanecer en el servicio activo. Se trata de 18 tenientes coroneles, seis capitanes de fragata y un vicecomodoro.

322 oficiales

Es el número de militares que integran las listas para ser ascendidos en el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, que serán evaluadas por el Senado.

NILDA GARRE, Ministra de Defensa

El 19 de noviembre último había elogiado al general de brigada Díaz Bessone, al ponerlo como "ejemplo" por sus convicciones democráticas.


Mariano De Vedia

miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL SOLDADO ES UN SER ESPECIAL

En algún momento de su infancia nació y creció en él la luz que muy pocas personas conocemos y esta luz ellos la llaman Vocación de Servicio.

Aquel día nació en él un amor por proteger a su patria…

Un soldado es una persona muy especial es una persona tan igual como cualquier otra un soldado alguna vez fue niño también tuvo padres estudio en algún colegio.

Sin embargo en el transcurrir de su vida en algún momento de su infancia nació y creció en él la luz que muy pocas personas conocemos y esta luz ellos la llaman Vocación de Servicio, aquel día nació en él un amor por proteger a su patria, ese día el joven común renuncio a todo lo que nos gustaría a la mayoría, el renuncio a la libertad, renuncio al dinero, renuncio a la diversión, dejo todo y cambio su vida por un ideal de servicio.

Consciente que en cualquier momento de su existencia podía entregar su vida y ofrendarla a los demás.

Es algo que todos debemos valorar porque es una persona como nosotros con deseos con sentimientos, también tiene una familia como la nuestra.

Sin embargo cuando el soldado sale a una misión tiene que olvidar que es padre hijo u esposo y todo ese amor se transforma cuando coge su fusil, sube a su aeronave o navega en nuestro mar para darle a la patria la libertad a la cual el renuncio desde muy joven.

Yo creo que el reconocimiento de un soldado por su pueblo no se da por el hecho de que todos vivimos en una libertad temporal y no valoramos este derecho hasta que este es vulnerado y nos empezamos a preocupar y a darnos cuenta que necesitamos a una persona que pueda protegerlos cuando más lo necesitamos.

Es bueno comprender que también él tiene hijos, padres y familia al final de cuentas es igual a mí y a ti, es hermano, amigo, compañero, también ríe llora y siente como tu el también es peruano y se siente bien cuando sus hermanos se desarrollan gracias a la paz que el garantiza.

Un soldado necesita de su pueblo, muchos de ellos mueren y nadie se acuerda de su gran valor pasa a ser parte de la gran lista de los soldados desconocidos que bueno sería que algún día la Argentina se dé cuenta que dentro de sus hijos tiene a estas personas especiales que bueno sería que después de cada misión cumplida el pueblo este cerca de ellos, Comprender que algunos de ellos no regresaran saber que en casa queda una madre que reza por que su alma llegue a un mejor lugar un lugar especial reservado para estos valerosos seres es necesario comprender que algún hijo se quedara sin papa, comprender que existe una esposa que llorara por el soldado valiente que prefirió el amor a su misión a cambio de renunciar al amor de ella.

El mejor homenaje que puede recibir un soldado es el reconocimiento de su pueblo no sería grandioso que piensen en ellos cuando se canta el himno, no sería grandioso que el día que un soldado muera sepamos que murió por muchos, no sería grandioso que en su memoria lleve grabado que ofrendo su vida por una causa justa, no sería grandioso que cuando ya no esté más con nosotros sus hijos y sus padres no lo olviden y se sientan orgullosos de él.

Yo si estoy orgulloso de cada uno de ustedes muertos y vivos son soldados igual a nosotros pero especiales casi divinos.

Estimado amigo cada vez que veamos a un soldado, saludémoslo y digámosle solo gracias y el podrá comprender que hay alguien en la Argentina por la cual sienta que valió la pena su vida.

jueves, 2 de diciembre de 2010

3 DE DICIEMBRE DE 1990 – 20 AÑOS DESPUÉS

Quienes fuimos protagonistas de aquel pronunciamiento militar, puntualmente, en cada aniversario, además de conmemorarlo, hemos reflexionado profundamente sobre sus consecuencias a la luz del tiempo transcurrido y de las causas que lo provocaron.

Así hemos visto a lo largo de dos décadas, cómo, año tras año y en forma creciente, las razones que dieron sustento al alzamiento se fueron clarificando hasta llegar a un punto hoy, que nadie las puede negar o soslayar.

Evidentemente, hace 20 años, la sociedad argentina en general, no estaba en condiciones de entender y comprender el mensaje desesperado que un grupo de militares Católicos y Nacionalistas lanzaban advirtiendo sobre el peligro que corría la Nación Argentina si no se detenía el ataque hacia sus Fuerzas Armadas, y que estas no podían ser arbitrariamente desmanteladas y desnaturalizadas para servir intereses oscuros impuestos desde el exterior e implementados por una clase política vernácula y corrupta más consustanciada con la entrega de la Patria que con su Defensa.


Ciertamente no se alcanzaba a comprender aquello que el coronel Seineldín denunciara ante los jueces de la Cámara Federal en agosto de 1991 en oportunidad de realizar su alegato cuando dijo: “Mientras Las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales, ya a cargo del Gobierno, desarrollaban la lucha contra el terrorismo y se triunfaba, llamativamente, se desata, desde los mismos Centros Financieros Internacionales, la maniobra denominada de los Derechos Humanos, que revertirá el éxito táctico sobre la Guerrilla, en una derrota Estratégica”…

“No estamos en condiciones de proteger los valores culturales y espirituales de la patria; no estamos en condiciones de proteger el territorio; no estamos en condiciones de proteger las riquezas alimenticias, energéticas y de interés geopolítico.

Y tampoco estamos en condiciones de defender a los habitantes; que ya comienzan a sentirse desprotegidos”...

Y continúa diciendo el coronel Seineldín: “¿Cuál es el primer objetivo?... Cambiar los valores culturales y espirituales.”

“El segundo, cercenarnos y fragmentar nuestro territorio.

Esto es viejo; el general San Martín, cuando viniera a estas tierras, trató de impedir el proyecto inglés de fragmentar los virreinatos españoles, aspecto que no pudo concretar.

Luego el brigadier general Juan Manuel de Rosas luchó para evitar el desmembramiento de la Confederación Argentina; no lo pudo hacer y se fue fragmentando y perdiendo provincias argentinas”…

“Hoy, por otros medios, ese proyecto de fragmentación continúa…”

Hasta aquí algunas de las expresiones del coronel Seineldín extraídas de su alegato.

En efecto, la sociedad argentina no quería escuchar estas cosas que algunos tildaban de apocalípticas y prefería estar distraída.

Por entonces, los viajes a las playas de Cancum y Cuba y los dólares eclipsaban a la clase media, y cualquier mensaje disonante en ese sentido era considerado aguafiestas y por tanto, inmediatamente descalificado.

Aunque a la memoria colectiva le cueste aceptarlo, eso era lo que ocurría bajo el gobierno de Menem.

Y en el orden militar, la euforia no era menor, las distintas promociones festejaban los fines de año con pintorescos cruceros, o excursiones a Punta del Este o México y la mayoría de los suboficiales viajaban a Europa integrando las misiones de paz.

Precisamente esas misiones constituyeron la principal maniobra de la política exterior del gobierno menemista que se alió automática e incondicionalmente a los EE.UU. para servir a sus intereses en cualquier rincón del mundo donde el gobierno norteamericano lo ordenase.

Mientras los militares argentinos se vestían como norteamericanos, hablaban en inglés y defendían los intereses anglo-norteamericanos en distintas misiones, –en la isla de Chipre se llegó al extremo de que tropas nacionales se subordinaran a un comando inglés, es decir al país que aún usurpa nuestras Islas Malvinas –, en la Argentina se continuaba el desguace de las FF.AA. sin pausa y a toda marcha.


Así fueron haciéndose extraordinarios negocios desde el área de la Defensa Nacional, cerrándose unidades y comandos cuyos terrenos luego eran rematados.

Esto fue tan así que para avalarlo baste recordar que quienes ejercían el cargo de Ministros de Defensa, eran expertos liquidadores de empresas.

Pero, muchos militares, no alcanzaban a ver más allá de los viáticos que les generaban las comisiones en el exterior y cumplían felices y contentos el desguace material y espiritual al que Menem los sometía con la obsecuente ayuda del traidor Balza y todos sus generales.

Menem no hubiese logrado semejante nivel de destrucción de las FF.AA. sin la acción previa de Alfonsín y sin el colaboracionismo de Balza y todos sus generales –tan responsables como él–.


Así llegó el falaz arrepentimiento por la participación de los militares en la guerra contra la subversión en el que, Balza arbitrariamente, comprometió a las FF.AA., y todos los generales y el Ejército callaron… luego llegó la venta de armas a Croacia y Ecuador y todos los generales y el Ejército volvieron a callar… también llegó el falaz montaje pergeñado por Balza en la causa Carrasco para encontrar culpables y, otra vez, generales y Ejército volvieron a callar y algunos a mentir… Balza compró jueces, fiscales y testigos para encubrir delitos cometidos en la investigación y… nuevamente, todos callaron…

Los únicos que no callamos y además actuamos en contra de tanta corrupción y entrega, fuimos los “carapintadas”… ni siquiera la prisión ni los agravamientos de condena, precisamente por no callarnos, lograron detenernos.


Y por esa actitud que para nosotros fue desinteresada y patriótica, nos ganamos el rechazo de gran parte de la sociedad y de nuestros propios camaradas, algunos de ellos engañados por la propaganda disolvente que partía de la clase política entreguista y corrupta, pero otros, convencidos que éramos el verdadero enemigo de la Patria.

Respecto de estos últimos, hoy 20 años después, se da la triste paradoja que muchos que nos combatieron con ferocidad el 3 de diciembre de 1990, se encuentran en prisión por sus responsabilidades en la guerra contra la subversión.

Teniendo la oportunidad de unirse a los camaradas que en aquella jornada intentamos salvar al Ejército de la destrucción que inexorablemente vendría años más tarde, eligieron aliarse al poder político y apuntaron sus armas hacia sus camaradas.

Tanta confusión en el orden castrense recién comenzó a clarificarse cuando después de 30 años de acontecida la guerra contra la subversión, esta alcanzó el poder y comenzó su venganza, colocando presos a todos los militares que habían participado de aquella contienda.


Recién ahí, los militares ex combatientes de aquella guerra fraticida ya retirados, comenzaron a comprender quién era el verdadero enemigo y a sufrir las consecuencias del abandono de los camaradas en actividad y de la institución toda que, al igual que ellos anteriormente, seguían y aún hoy siguen, sin saber dónde está el verdadero enemigo y sirven incondicionalmente al poder político que procura su destrucción.

Como ya dijéramos al inicio de este artículo, hoy dos décadas después los hechos hablan por si solos sin que en todo este tiempo hayamos tenido que recurrir a frases tales como: “Teníamos Razón” o “Nosotros lo dijimos”.


Más allá de que nunca hemos dejado de expresar nuestros pensamientos, fueron dos décadas en las cuales los sucesos ocurridos fueron el fundamento que reafirmó la legitimidad de aquel pronunciamiento:

A 20 años al país se le ha enajenado su soberanía, la FF.AA. están de rodillas y el país indefenso ante los enemigos interiores y externos.

El narcotráfico y la delincuencia común se han hecho dueños de la calle.

Las patotas oficiales pasaron a ser el brazo armado del gobierno para imponer sus políticas o para disuadir a los opositores.

La degradación social alcanzó niveles hasta hace poco, inimaginables.

Las milicias populares aguardan su turno para entrar en acción en caso de que el proyecto político populista se debilite.

Se ha insuflado en el pueblo una cultura anticristiana.

La anarquía se insinúa diariamente en las calles argentinas.

Es por todo lo expresado que, hoy 20 años después, los militares “carapintadas”, reafirmamos nuestra condición de soldados más allá de haber perdido el derecho al uso del uniforme y nuestros grados militares y, junto a nuestros hermanos civiles que nos acompañaron en el pronunciamiento y dieron su testimonio en la prisión o el exilio, decimos que no hemos perdido la esperanza, y reivindicamos patrióticamente las causas que nos llevaron a protagonizar los hechos del 3 de diciembre de 1990 a la vez que reafirmamos nuestro compromiso de continuar bregando por los Valores y Principios de una Patria Cristiano-Católica y por un Ejército Nacional Sanmatiniano dispuesto a defenderlos…

La Patria vive en quienes respetan sus tradiciones.

¡Por Dios y por la Patria!


Firman: En Representación del Personal Militar Participantes del Pronunciamiento del 3 de Diciembre de 1990


Jorge Di Pasquale Hugo Reinaldo Abete Adrián Romero Mundani
Ex Tcnl E.A Ex mayor E.A. Ex Mayor E.A.


Pedro Edgardo Mercado Gustavo Luis Breide Obeid Rodolfo Barrio
Ex Mayor E.A. Ex Cap E.A. Ex Tte 1ro E.A.